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Letters by ClavéConspiracies

Persecution for Prim’s assassination, 1870.

I am a Suspect in Prim’s Assassination

In a tremendously exciting and detailed narrative, Clavé explains everything that has happened to him since he heard about the murder of Joan Prim, on the night of December 27. He writes from a friend’s house but doesn’t say his name so as not to compromise him, no one can know where he is hiding.

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  • We have respected the spelling and grammar for each transcription, without modification or modernization. Abbreviations are transcribed as follows: “pa: para”, etc.

Spanish Transcription

Madrid 29 de diciembre de 1870

Queridos: os supongo en una ansiedad terrible cuando, sabiendo la gravedad de las circunstancias, veais que no llego hoy ni mañana. Por bien librado que salga de esta situacion tardaré mucho tiempo en abrazaros. No sé lo que sucederá respecto a mí, pero no os alarmeis, porque hasta la hora presente (las 4 de la tarde) estoy libre, habiendo tenido la suerte de librarme ayer, por cuatro veces, en el espacio de ocho horas, de nuestros implacables enemigos, que no contentos de tratarnos calumniosamente, de perseguirnos sin ley ni derecho, han concebido, por lo visto, la infame idea de envolvernos, mas ó menos solapadamente, en una complicacion de que ellos mas que nadie deben tener la certeza de su procedencia y de nuestra ignorancia completa respecto al particular.

Os diré tan brevemente como pueda lo sucedido conmigo y Folch. Recordareis que siempre me dejo llevar de las corazonadas que me dan y que unos inexplicables presentimientos me anuncian por lo regular los trances graves de nuestra casa. Pues bien: anteayer por la mañana empecé á sentir viva ansiedad por salir de Madrid; aun cuando tenia carta vuestra me parecia que iba á enfermar alguna de vosotras, y fue tanta la intensidad de mi anhelo que dije á Folch que me marchaba sin falta aquella noche. No podía olvidar el presentimiento que tuve antes de la muerte de nuestros inolvidables Aurelia y Conrado hallandome ausente, si bien no me indicaba el corazon esta vez decididamente á quien iba á acontecer una desgracia. Cuando fui á despedirme del Tio y me dijo la amenaza que me hacia Figuerola, entonces comprendí que era respecto á mi el presentimiento y siguiendo mi primera cora-[1v]zonada fui en busca de Folch que me habia dicho que ya que me empeñaba en ello saldriamos por la tarde para detenernos algunas horas en Alcalá para donde llevaba un encargo particular de la hermana para el hermano de Pierrad. Pidiome que le acompañase á recojer un papel del directorio; Pi dijo que no lo tenia hecho y que aguardasemos á marcharnos al dia siguiente. Nos habian entretenido y era ya casi tarde para arreglar el equipaje, pagar la fonda é ir á la estacion, y nos quedamos, no sé si por fortuna ó por desgracia.

Folch debía asistir al banquete anual masónico que se celebraba aquella noche y habia asumido ya que no podia asistir, pero luego de haber comido se fue con un amigo suyo, no se á donde, si á los postres, segun presumi, ó á alguna visita, pues se mudó de fiesta. Estabamos en el café Robert, Oliveras, Pi (el hermano), Lafont y yo jugando al dominó cuando nos dijeron que se habia intentado asesinar á Prim; nos reimos creyendo broma de inocentes, y no supimos de cierto lo ocurrido hasta las doce en que se publicó un suplemento al Imparcial. Entonces, ante la seguridad de que el gobierno tomaría medidas graves, comprendí el compromiso en que ibamos á vernos los republicanos forasteros á quienes la gente ruin que nos gobierna habia de echar indispensablemente el muerto para crear una situacion de fuerza y perseguirnos encarnizadamente. No me equivoqué. Ayer por la mañana vino el citado amigo de Folch y dijo que habiendose cambiado los inspectores y el jefe de policia, y siendo este amigo suyo le habia advertido que tenía orden de prendernos á Folch y á mí y que nos avisase, y que habiendole dicho el otro que marchabamos por la tarde á Alcalá, detendria hasta la noche á sus agentes a fin de que nos hallasemos ya á salvo. Insté á Folch para que nos fuesemos por la via de Navarra á las 5, pero no quiso creerme [2r] diciendo que no tuviesemos cuidado pues él como á mason sabia que se le permitiria escapar así como a mi por ir en su compañía. Solo le habian encargado que recelase de Cutchet, que, segun parece, fuera de sí por haberse atentado á la vida de su idolo, se habia encargado de una inspeccion de vijilancia para aprehender á los culpables y á cuantos republicanos pudiesen conceptuarse como cómplices ó sabedores del hecho sin haberlo impedido ó denunciado.

Por fin, ál aproximarse la hora fuimos á la estacion. Yo me metí al coche y él se quedó paseando por el anden, porque sentía frio á causa de la mucha nieve que había caido. Le dije que como no tenía en mi poder mas que 12 ó 13 pesetas me diese algun dinero mas para lo que pudiera ocurrirse si uno ú otro fuese detenido; me comentó que ibamos con seguridad, pero que cuando entrase me daría la mitad del dinero que le quedaba. De pronto no le vi pasar mas; vino el encargado á pedirme el billete, me acordé que Folch lo tenia y aun cuando iba a salir el tren, salté en su busca y no le hallé en todo el anden. Temí que se hubiese escapado notando algo sospechoso por allí, y en esta perplejidad, cuando iba á abandonar el equipaje y escaparme, entra la policia corriendo, se dirije al coche y pregunta de quien es aquel equipaje; el revisor dice que es mio; yo estaba fuera del coche y me creí cojido; fueron á mirar en otros coches, volvieron fastidiados y dijeron: Buscamos una manta, un saco y una sombrerera de un joven rubio, con una gorrita á quien hemos detenido ahora. Entonces me revestí de serenidad, subí al coche, repasé mi tapabocas y mi sombrerera y dije: Vea V. si es eso que queda ahí”; lo cojieron atolondrados y se marcharon sin ni siquiera reparar en mi. Salió el tren y como el revisor dijese, “voy á reclamar el billete de V. al detenido”, le contesté que no habia necesidad pues ya arreglariamos su valor, y me puse en camino con 14 pesetas en el bolsillo y sin el billete. Los pensamientos que se cruzaron por mi imaginacion en <tan> contratiempo son indecibles. Comprendí que al registrarlo, si bien habia roto por consejo [2v] mio cuantos papeles llevaba antes de salir de la fonda, tenia los dos billetes para Alcalá y la cuenta de la fonda en nombre mio y suyo. Necesariamente debian registrarle y telegrafiar á Alcalá y su linea que fuese detenido quien llegase sin billete. Me resigné á ir preso y determiné ir hasta Alcalá y obrar segun las circunstancias. Despues de una hora y media de martirio llegamos allá, bajó mucha jente, me confundí con ella, me hundí de nieve hasta media pierna, (pues no llevaba anteojos (desde que habia dejado la fonda) por precaucion) y vi que debia pasar por un estrecho pasillo en donde nadie podia escusarse de entregar la papeleta, máxime estando alli el empleado del carril y una porcion de civiles, que sin duda aguardaban lo que me presumia. Intenté hablar al empleado y la voz se nubló en mi garganta, y sin saber como ni cuando, me encontré que habia pasado por entre los civiles y aquel, sin que nadie me hubiese dicho una palabra. Vi como vulgarmente se dice, el cielo abierto. Me dirijí á un militar de caballeria de alguna graduacion y le pregunté si por casualidad era el brigadier Pierrad; contestóme que no, pero que iba á entrar pues habia salido al anden á recibir á alguien. Supe que era á nosotros, pero de súbito oí á un civil que decia, “pues Sr., todos han venido corrientes”, y me apresuré a largarme de alli para que no me descubriesen viendome con Pierrad. Seguí a la gente que iba hacia la poblacion, dando diente con diente de frio y de necesidad (pues solo habia almorzado á las 11) y eran las 7 y hundiendome en la nieve hasta media pierna. Yo no conocía á nadie mas en Alcalá que á Pierrad, y aun no personalmente é ignoraba las señas de su casa; aventuré alguna pregunta á algun soldado, pero ninguno de ellos satisfizo mi pregunta y como notase que con la sombrereta en la [3r] mano, yendo de acá para allá enlodazandome de barro y nieve, perdiendo el sendero por falta de vista, <llamaba la atencion,> tomé la resolucion de volver á la estacion y aguardar el tren de Zaragoza a Madrid, suponiendo, y con razon, que se me buscaria mas bien en el tren de Madrid a Zaragoza en la creencia de que me hubiese bajado [par] á tomar el billete en alguna estacion intermedia, para alejarme de Madrid. Quizás lo hubiese hecho á tener dinero, pero tenia tan poco! á nada me alcanzaba y no puediendo ir á buscarlo á Pierrad debia retroceder para no hallarme atascado en mitad de la linea, en mi puesto de compromiso por la poca vecindad y ninguna relacion.

[Llegue] Por lo poco que habia visto sin anteojos y a la luz de la luna al entrar, encontré la salida del pueblo, pero en vez de inclinarme á la izquierda tomé de frente, solo, hundiendome en la nieve y eché a andar, anda que anda, hasta que colijiendo que habia andado demasiado trecho, me volvi al pueblo. Todo estaba cerrado ya; busqué largo tiempo por allí en vano, atento al menor ruido y al fin pude preguntar á una muger el verdadero camino y eché á andar para la estacion; los pies se me caian de humedad y frio; llevaba tres camisas, la samarreta el paletó, el gaban y el raglan y los dos tapabocas y el frio me helaba el corazon y la vista se me turbaba por la debilidad. Por fin llegue al termino de mi camino; faltaba hora y media para llegar el tren. Combiné mi plan para el caso de que volviese á salir ileso en la vuelta como lo habia salido en la ida, pero no dudaba de que seria preso al tomar el tren. No podia entrar en Madrid como viniendo de viaje sin llamar la atencion entre los miles de vijilantes que están en acecho para ver si cojen alguno de los que quisieron asesinar [3v] a Prim. La sombrerera tan voluminosa me estorbaba y resolví sacrificarla. Saqué una camisa, las medias y los pañuelos que tenia en ella, y habiendo llevado sombrero durante mi permanencia en Madrid, creí que tal vez no me habían conocido al prender á Folch en razon á que yo iba con el raglan, el hongo, el tapabocas grande y sin anteojos, resolví, pues, tambien sacrificar el sombrero y lo dejé en la caja, pero conservando aun esta en mi poder. A la media hora de aguardar el tren, me dormí y cuando abrí los ojos ví a los civiles y policía de Alcalá en la sala de espera. Ya podeis suponer el efecto que me harian. No trataba de huir para no darles el gusto de matarme, y probar al mismo tiempo que no tenia inconveniente en responder ante los tribunales de los cargos que se quisiese dirijirme. Revestime de serenidad, me paseé entre ellos (que estaban muertos de frio) y sin ocultar mucho la cara; luego quise orientarme y me salí al anden á mear entre la nieve cerrando tras mi la puerta, pero un civil la abrió en seguida y se quedó mirandome. Volví á entrar y continué dando por segura mi detencion. Tomé el billete para Madrid de modo que algun polizonte lo oyere y aguardé el tren que al fin llegó con una hora de retardo por las nieves. Al mismo tiempo iba á llegar el que salia de Madrid é iba para Zaragoza; esto me salvó: todo el mundo salió en tropel en busca de sus respectivos trenes y vi que polizontes y civiles, sin cuidarse de mi, asaltaban el tren [3r] procedente de Madrid y me dejaban á mí tomar en paz el procedente de Zaragoza. A venir los trenes á la hora respectiva, como yo habia infundido ya alguna sospecha de seguro que no me déjan ir sin preguntarme el nombre y… quedaba en su poder. Meti la sombrerera con el sombrero debajo el banco, ya condenados uno y otra á ser olvidadas, porque valgo mas yo que ellas, y aun sospechando de dos que se entraron en mi coche, seguí para Madrid con la ansiedad consiguiente porque en vez de llegar a las diez ibamos á llegar en hora impropia para hallar abiertas las casas en donde pensaba pedir hospitalidad.

Llegamos aqui a las 11 y 1/2. Todo estaba solitario en la estacion, dejé bajar del coche á los demas, abandoné la sombrerera y embozandome bien bajé rapidamente y pasando delante de todo el mundo como quien va empujado por el frio, me echo á fuera [y] atravesando la puerta en el momento en que una nube de polizontes la ocupaba y su gefe decia “Vaya, no moverse y mucho ojo en todo vicho viviente”. Nadie me dijo palabra y me eché para Madrid, atravesando á tientas, por la nieve el prado y varias calles solitarias. Voy al café en donde suelen reunirse Pellicer, Robert &ª por la noche… ni uno solo estaba allí. Corro á varias casas, todas estaban cerradas ya y era imprudente llamar en dia [4v] en que se hacian tantas prisiones y todo el mundo estaba con zozobra. Por suerte hallé mi último refujio, (nada seguro por cierto, pero menos lo era quedarme en la calle toda la noche), abierto aun: La fonda de Barcelona. Subo: el despacho estaba cerrado; busco al camarero no lo hallo; miro los cuartos de Pellicer y Robert, desiertos. El camarero de guardia se habia ido á dormir olvidandose de cerrar la puerta y de apagar el gas. Habia allí un peligro, el de que viven Cutchet y Bartra (á quien también designaron como polizonte desde anteayer). Desesperado, vuelvo á salir, y no hallo donde meterme… á la una iba a preguntar al sereno si habian entrado á la fonda Robert con quien me veia cada noche y la veo abierta todavia. Subo, me siento en el corredor, me pongo á leer un diario y aguardo á salga lo que saliese. A poco salió el camarero, de admiró de verme, le conté lo que pasaba, me dió un cuarto, fue á cerrar la puerta, apagó la luz… y cuando iba á meterme en cama llegó Pellicer. En seguida me aconsejó que no quedase alli que habia peligro y me llevó al barrio de no se cuantos á casa del Tros de paper que afortunadamente estaba en casa y levantado todavía… y aqui estoy á las 5 de la tarde, sin novedad. Mi cena fué un vaso de agua, por que el amigo no come en casa y vive solo [5r] Pellicer se quedó conmigo.

Ahora veremos lo que me conviene hacer. Quiero meditarlo bien y ver de donde saco recursos. Los amigos políticos todos van desapareciendo por que se está prendiendo á diestro y siniestro y así que se hayan suspendido las garantias, que probablemente será hoy, se va á inaugurar una serie de persecuciones y atrocidades como nunca. Los progresistas están espantados de su obra y hoy claman porque no se suspendan las libertades, pero la union liberal se ha apoderado del poder y secundada por Sagasta y Zorrilla que están hidrófobos, no ceja de sus propósitos. La situacion es suya y lo vamos á pasar mal, muy mal por largo tiempo.

Mañana procuraré escribiros; si me ocurriese alguna novedad escribirian los amigos Pellicer ó el otro. No hemos podido averiguar todavia donde han metido á Folch; sino hubiese vuelto yo nadie estaría aun advertido de lo que pasa.

Titó ó Fernando que vayan á su casa, pregunten por su hermano Estruch y le digan lo sucedido. Avisad tambien á Emilio que es muy posible que le hayan cojido la clave, contraclave y la dirección de la calle Nueva, pues me he acordado que la guardaba. Buscad en el café suizo á Miguel Baltá [5r] y que avise de la prision de Folch al Comité. Creo que habia roto la credencial, pero pudiera ser que llevase algun papel de compromiso.

No leais esta carta mas que á los amigos Badrena, Sanpons y Fernando. No digais que me hallo aqui á nadie mas que á ellos y a los demas amigos decidles que en vista de las prisiones que se hacen y en particular la de Folch, no creo prudente volver á esa.

Cuidad de que no registren á casa y os cojan esta carta. No escribais á nadie de aqui hasta que yo os avise.

Os estrecha contra su corazon con todo el cariño que os profesa vuestro

[Firma, pero no con su nombre]

Tengo el pantalon inservible, negro hasta la rodilla y podrido por abajo de la nieve y fango de ayer; las botas estropeadas y el paletó tambien.

Escribidme, si gustais, con un sobre interior <cerrado> que diga: “Para Juan” y <el> sobre de encima, “Administracion del periodico “La X”, Madrid.”

Esté donde esté ya me la enviarán.

Description

Clavé is eager to go back to Barcelona. He talks about his previous premonitions, especially about his daughter’s and son’s deaths, which he had felt from the distance. He mentions that he had a premonition about Isabel or Aurea getting sick and that he does not want to be far from them.

This letter is interesting from a political point of view. First of all, it is a first-hand testimony to Prim’s assassination: “Estabamos en el café Robert, Riveras, Pi (el hermano), Lafont y yo jugando al domino cuando nos dijeron que se habia intentado asesinar á Prim; nos reimos creyendo broma de inocentes, y no supimos de cierto lo ocurrido hasta las doce en que se publicó un suplemento al Imparcial.”

Clavé talks about persecutions from his “enemigos” (headed by Figuerola) from whom he had to flee. Clavé and Folch cannot leave yet because they need a document from Pi i Margall and this document is not ready yet. Apparently, the authorities wanted to arrest both Folch and Clavé: they are suspects in Prim’s assassination conspiracy. A friend of Folch’s in the police helps them not getting arrested: “Ayer por la mañana vino el citado amigo de Folch y dijo que habiendose cambiado los inspectores y al jefe de justicia, y siendo este amigo suyo le habia advertido que tenía orden de prendernos á Folch y á mi y que nos avisase, y que habiendole dicho el otro que marchábamos por la tarde á Alcalá, detendria hasta la noche á sus agentes a fin de que nos hallásemos ya á salvo.”

Clavé also talks about a masonic banquet that Folch was supposed to attend. This mention is important, because it links Clavé to masonic circles or at least we know from this letter that he was friends with freemasons and sympathized with them. His involvement in masonry has never been proven, although it is highly possible that he was a member of a logia in Barcelona. In this letter, however, he says that Folch is a mason, which would enable him to escape Madrid, and precise that himself would be able to escape as well for being in the company of a mason.

The central part of the letter is the description of Folch’s and Clavé’s escape by train from Madrid to Alcalá de Henares on the afternoon of December 28. Folch is arrested at the train station, but Clavé continued his journey. He explains how he arrived in Alcalá de Henares without being discovered, how once there, he could not find Brigadier Pierrard (he writes Pierrad), and how he decided to return to Madrid that same night. At the Fonda de Barcelona, he finds Josep Lluís Pellicer, who recommends that he hides in the house of someone else.

Clavé is very careful when writing his letter: he does not write his name in the signature, he uses the name “Piece of paper” to name the friend who helped him hide from the police (there was probably the name written on a piece of paper which could then be easily destroyed), and he asks his family to only show the letter to a very small group of friends. He actually do not address the letter to anyone in particular, just “queridos,” which probably includes his wife and brother. He adds that if they want to write, they should do so with a code contained in the name and address: “For Juan” and in the envelope “Administration of the newspaper “X”, Madrid.” This precise information gives a clue regarding the complicity he had with the directors of newspapers in Madrid, who helped him maintain his correspondence while he was hiding from the authorities.

Notes

Freemason Banquet: freemasonry celebrates the winter solstice on December 27, which coincides with Saint John Evangelist. Joan Prim was actually going to attend this freemason banquet at the Las Cuatro Naciones guest house, on Arenal’s street in Madrid (we do not know if it would have been the same as the one Folch was going to attend).

El Imparcial: we have not accessed the special issue that Clavé talks about in this letter but there is another journal titled La América, directed by Víctor Balaguer, that published the text. It is evident that Clavé and his peers, when they read that text, did not know that Joan Prim would die: «Al retirarse el general Prim del Congreso, terminada la sesión de la tarde, ha sido asaltado su coche en la calle del Turco por varios asesinos que estaban, según se dice, ocultos en dos berlinas de plaza situadas en la misma calle, en opuesta direccion y casi juntas, como para impedir el paso al coche que conducía al general.

Los asesinos han disparado ocho tiros, apantando á quema-ropa al general Prim y su ayudante, el Sr. Nandin.

El general Prim ha sido herido por dos balas en el antebrazo izquierdo y por otra en la mano derecha, de la cual ha habido que amputarle un dedo. Afortunadamente, según la primera opinión de los facultativos, no ofrecen peligro de muerte las heridas. El Sr. Nandin ha recibido dos balazos en una mano.

Los asesinos tenían preparados caballos en las inmediaciones del Prado, y según parece han huido.

La indignación y la vergüenza que como españoles sentimos embarga nuestro espíritu de tal manera, que no podemos en estos instantes añadir una palabra mas».

Masculine clothes in mid-nineteenth century: In several parts of this letter, Clavé describes how cold he feels while traveling and when he arrives at the train station in Alcalá de Henares because of the snow. He gives many details regarding the clothes he is wearing: “llevaba tres camisas, la samarreta el paletó, el gaban y el raglan y los dos tapabocas y el frio me helaba el corazon y la vista se me turbaba por la debilidad”.

Samarreta is a Catalan word, an undershirt.

Paletó is a coat made of closely-woven fabric, long and waisted.

Gabán and raglán are also coats (Clavé was wearing three coats so the cold must have been extreme).

Tapaboca is a scarf.

Papers / view all

Clavé's Papers (1845—1870). A transcription of the composer's personal and professional collection of documents.

Correspondence / view all

Clavé received letters from politicians and intellectuals such as Víctor Balaguer, Pi i Maragall, Baltasar Saldoni, Pep Ventura, Abdó Terradas, Rius i Taulet, among others.

Notes / view all

This section offers an interpretation of Clavé's correspondence and archive, and compiles our scholarship on nineteenth-century Catalan popular music, politics, and social movements.